lunes, 30 de julio de 2012

Lo que duele que a uno lo llamen mediocre...

Por todas partes aparece un texto que me parece de lo más interesante, que mi hermano me hizo llegar vía post en Facebook y, según he podido indagar por internet, supuestamente firmado por Forges.

Al parecer, se trata de un artículo que está haciendo bastante ruido, a pesar de que creo que lo que dice, ya lo pensábamos muchos... pero al César lo que es del César, y éste, parece que no es de Forges, sino de David Jiménez, que lo publicó en su blog y que, además, hace muy bien en reivindicar su autoría...
http://davidjimenezblog.com/2012/02/28/el-triunfo-de-los-mediocres/

Hasta Mario Conde, que no es que sea santo de mi devoción precisamente, vi que lo reproducía también en un blog...

Aclaraciones a un lado, no tenía ni idea de su origen, y la verdad es que poco me importaba, porque sea de quien sea, personalmente me encuentro muy en consonancia con esas opiniones... especialmente desde el mensaje ese de "hay que levantar España", hasta que lo que hizo España, fue botarme del país...

Y dice algo así:

“Quizá ha llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica, va más allá de estos o aquellos políticos, de la codicia de los banqueros o la prima de riesgo. Asumir que nuestros problemas no se terminarán cambiando a un partido por otro, con otra batería de medidas urgentes o una huelga general. Reconocer que el principal problema de España no es Grecia, el euro o la señora Merkel.

Admitir, para tratar de corregirlo, que nos hemos convertido en un país mediocre.  Ningún país alcanza semejante condición de la noche a la mañana. Tampoco en tres o cuatro años. Es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente.

Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan. Porque son de los nuestros.

Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas. Sus excepciones, casi siempre reducidas al deporte, nos sirven para negar la evidencia.

Mediocre es un país donde sus habitantes pasan una media de 134 minutos al día frente a un televisor que muestra principalmente basura. Mediocre es un país que en toda la democracia no ha dado un presidente que hablara inglés o tuviera mínimos conocimientos sobre política internacional. Mediocre es el único país del mundo que, en su sectarismo rancio, ha conseguido dividir incluso a las asociaciones de víctimas del terrorismo. Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo trece veces en tres décadas hasta situar a sus estudiantes a la cola del mundo desarrollado. Mediocre es un país que no tiene una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus mejores investigadores a exiliarse para sobrevivir.

Mediocre es un país con una cuarta parte de su población en paro que sin embargo encuentra más motivos para indignarse cuando los guiñoles de un país vecino bromean sobre sus deportistas. Es mediocre un país donde la brillantez del otro provoca recelo, la creatividad es marginada -cuando no robada impunemente- y la independencia sancionada. Un país que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso Gran Hermano, por políticos que se insultan sin aportar una idea, por jefes que se rodean de mediocres para disimular su propia mediocridad y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza.

Mediocre es un país que ha permitido fomentado celebrado el triunfo de los mediocres, arrinconando la excelencia hasta dejarle dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris de la mediocridad.”

A esto, Hugo de Juan, director de ENCAMINA, añade en su blog (http://blogs.encamina.com/en-las-nubes/2012/07/23/a-colacion-de-la-crisis-que-nos-ha-tocado-vivir-y-la-excelencia-necesaria/):

"Visto así no parece que haya soluciones a corto plazo para nuestra grave crisis, pero sí hay una receta que debemos aplicar inmediatamente en primer lugar y fundamentalmente sobre cada uno de nosotros y luego exigirla a los demás: ser excelentes; asumir nuestra responsabilidad de forma crítica sin culpar ni justificarnos en los demás, y buscar la excelencia en nuestro día a día, en cada objetivo, en cada decisión, en cada tarea.

Todos, antes de protestar  y reclamar lo nuestro, debemos exigirnos la excelencia a nosotros mismos y luego exigirla a nuestros dirigentes, a nuestros vecinos, a nuestros compañeros, a nuestros jefes, a nuestros hijos y discípulos, a todos…y así podremos aspirar a tener un Gobierno excelente, y una Administración Pública excelente, y una Justicia excelente, y empresas excelentes, y escuelas excelentes, y una Sanidad excelente, etc., etc.

No hay peor condena en estos momentos que reconocer que tenemos lo que nos merecemos. Pero es una condena de la que nosotros mismos podemos librarnos, conmutándola por esfuerzo y superación personal."

... y a mí, por mi parte, sólo se me ocurre decir: PUES ESO!!!

jueves, 19 de julio de 2012

Partir es morir un poco

Partir es morir un poco, se dice en Latinoamérica. Todos, sea cual sea el género y la condición, sufren con la decisión.

Y esto hasta tiene su nombre de síndrome: el de Ulises, lo llaman.

"Emigrar se está convirtiendo hoy, para millones de personas, en un proceso que posee unos niveles de estrés tan intensos que llegan a superar la capacidad de adaptación de los seres humanos", dice el psiquiatra de la Universidad Complutense Joseba Achotegui.

Él y otros especialistas analizan en un volumen titulado Transitar por espacios comunes los efectos sobre la salud, el estrés y el quiebro físico y psicológico de la acción de migrar, la ruptura.

Y hasta habla, en boca de Teresa del Valle, de la Universidad del País Vasco, de la existencia de otro modo de medir el tiempo: tiempo de desarraigo, lo define. "Hay características del tiempo que tienen relación con problemáticas concretas. La preparación para el cambio: la salida del lugar, el duelo. La ceremonia del adiós. El tiempo de conocer cómo navegar en los sitios. El tiempo de la nostalgia. El tiempo de los descubrimientos. El tiempo de los encuentros. El tiempo de sentirse en casa. El tiempo del recuerdo".

Sin ser ese tiempo dramático, lo mismo o similar cuentan ahora muchos a través de redes sociales, aquellos que desean marchar o los que ya lo hicieron.

Como Pablo, participante en un foro de extranjeros en Alemania (Auswanderung Forum en 2005), que aunque escribe largo, los resume bien a todos: "La decisión de emigrar es tan personal y obedece a tantas razones que seguramente nadie entienda. Pero en lo que seguramente estaremos todos de acuerdo es en que, una vez tomada la decisión, solo queda por delante avanzar, avanzar y tratar de no mirar atrás, para no correr el riesgo de quedarnos como estatuas de sal, petrificados y sin pertenecer a ningún sitio, ni el que dejamos ni el que adoptamos".

Y sigue: "Muchas personas, por razones perfectamente comprensibles, toman el camino rápido, sin analizar a fondo la decisión de irse. Y aquí comienzan los problemas: nunca vamos a saber a ciencia cierta quién originó el rumor de que en el extranjero se hace dinero fácil, que enseguida se tienen autos, casas y el desarrollo personal-profesional tantas veces reclamado en nuestro país de origen. Primera frustración: hacerse camino en otro país, otra cultura diferente (aun en los casos de hablarse el mismo idioma), no es nada fácil. Y no es solo sentirse un sapo de otro pozo... Si emigraste comprando ese cuento del 'todo ya' y 'en un par de años me vuelvo con los bolsillos llenos, por tanto ni me interesa compartir nada de esta nueva cultura', lo vas a pasar muy mal. Si decides partir sabiendo que nada es fácil y lleva muchísimo tiempo, tanto tiempo que la mayor parte de las veces adoptas el nuevo país de por vida..., que dejarás atrás tu familia, tus amigos, tus afectos, tu lugar, que vas a llorar más de una vez solo y quizá sin liquidez; si has analizado esto y aun así decides hacerlo, entonces estás preparado para emigrar”.

Extraído de El País. Domingo, 11 de diciembre de 2011
Reportaje: Emigrantes otra vez
Lola Huete Machado / Virginia Collera


Me encantó, no puedo decir otra cosa... ahora que explotó la crisis más perversa, que no deja de anunciarse en los medios que volvemos a emigrar, que la gente no para de preguntarnos y escribirnos buscando que le demos alternativa... ahora que nosotros mismos empezamos a sentir y pensar muchas cosas distintas... no está nada, pero que nada mal ver lo que otros opinan del tema...